Harás la tortilla jugosa y cuajada sin estar seca.
Podrás mezclar la con casi cualquier cosa. La tortilla es un producto tan agradecido que, con un poco de mano, se puede mezclar con cualquier cosa.
Medio cocerás, medio freirás las patatas. Además, hay que cortarlas “un poco gordas” y mezclar adecuadamente con el huevo y el resto de ingredientes.
Cortarás la cebolla en trocitos medianos y cuadradillos. Siempre que la cebolla no sea el ingrediente principal.
La harás con un grosor de cuatro centímetros, así que conviene emplear sartenes que no sean muy grandes pero profundas.
Romperás el huevo antes de batirlo. “Aquí va un truco: rompe la cascara y deja caer el huevo entre tus manos, rompiéndolo con ellas. Después bate ligeramente sin llegar a montar.
La cortarás en cuñas. Puesto que la tortilla va a estar jugosa, es mejor cortarla es cuñas y no en cuadradillos. De la segunda manera, se acabaría desmoronando.
Utilizarás aceite de oliva. Y ningún otro. Es necesario tanto para la fritura de las patatas como para cuajarla después.
La cuajarás a fuego medio, y dándole vueltas.
Si te ha quedado buena, pasarás de la mayonesa. En este caso, la mayonesa juega el mismo papel que el limón con el pescado: disimular un mal producto. Así que si hay una buena tortilla en la mesa, no se acompaña con salsa alguna.
