Los scones aquí son el típico acompañamiento del té de la tarde, pero en su país de origen los utilizan para el desayuno. No son muy dulces; llevan sólo un toque de azúcar. Se comen calientes o tibios y la masa, suave y casi arenosa, debe deshacerse en la boca. Para lograr este efecto es muy importante trabajar poco la masa, para que la mantequilla que hay en ella no se derrita con el calor de las manos.
Dificultad: Fácil
Tiempo medio de preparación: 40 minutos.
Ingredientes:
– 300 gr. de harina
– 2 cucharaditas de polvo de hornear(levadura)
– 1/2 cucharadita de sal
– 75 gr. de mantequilla, bien fría, cortada en cubos
– 3 cucharadas colmadas de azúcar
– 1 cucharadita de esencia de vainilla liquida
– 1 huevo
– 1/2 taza de crema de leche o nata liquida
– Leche para pincelar los scones
Preparación:
Colocar todos los ingredientes secos en un bowl y refregar la mantequilla con la punta de los dedos, hasta que la mezcla parezca arena. No mezclar demasiado.
En un bowl a parte, batir la crema de leche, el huevo y la esencia de vainilla.
Pasar la mezcla de harina y manteca a el bowl que tenemos preparado con el huevo y la crema. Mezclar sólo hasta unir con las manos, rápidamente. La masa no debe amasarse ni quedar lisa.
Hacer un bollo, poner en una bolsa de plástico cerrada y colocar en la nevera media hora.
Calentar el horno y enmantecar el fondo de una placa para horno.
Enharinar la bola de mesa y la mesa y colocar la masa.
No os recomiendo utilizar el rodillo porque hace que los scones suban menos en el horno. Lo más tradicional es cortar los scones a partir de una forma de disco de 2 centímetros de ancho(que aremos con las manos) sobre el que se realizan cortes radiales para conseguir unos 6 ó 8 trozos. Esto puede hacerse con un cuchillo. Pero también podéis cortar con un molde redondo o que tengáis de galletitas.
Unir los recortes de masa, estirar y volver a cortar los scones, hasta agotar la masa.
Para evitar que queden abombados por arriba hay un truco muy simple que consiste en hundir un poco la masa por el centro con el dedo pulgar.
Colocar los scones en la placa, pincelar con la leche por encima y colocar al horno, a fuego medio fuerte entre 200º C y 215º C. Una temperatura inadecuada puede provocar que los scones queden con la miga más densa y seca de lo normal, bien porque hayan expulsado la materia grasa de su interior o bien porque se hayan horneado en exceso.
Hornear hasta dorar, entre 15 y 20 minutos.