Los vinos de Cádiz se encuentran, a día de hoy, reconocidos por la denominación de calidad IGP Cádiz (Indicación Geográfica Protegida), la cual integra 15 municipios gaditanos. Si tomamos la superficie total que comprenden estos terrenos, veremos que ocupan 1.500 hectáreas de viñedos y hallaremos en ellos 16 importantes bodegas.
No es de extrañar que en unas condiciones tan benévolas para la producción vinícola, encontremos vinos tan laureados como el Esencia de la Torre Moscatel, el Tierra Blanca Seco o el Blanco Barbazul. Para conocer un poco más sobre el tema, vamos descubrir los mejores vinos de Cádiz y Jerez, y ver qué los hace tan especiales.
Unas condiciones inmejorables
La región de Cádiz disfruta en su mayor parte de llanuras ideales para la agricultura vinícola. El clima gaditano también ayuda mucho, poseyendo unas temperaturas cálidas y una tasa de precipitaciones bastante baja si tenemos en cuenta que la provincia recibe la humedad del océano Atlántico.
Por otra parte, los suelos tienen una composición caliza, lo que ayuda a que se retenga la humedad de una manera óptima, teniendo en cuenta que la zona es bastante seca.
Las clases de uva con las que se elaboran los vinos tintos bajo esta denominación de origen son: tintilla de Rota o graciano (produce vinos con personalidad propia), tempranilla, shiraz, petit perdot, cabernet sauvignon, cabernet franc, garnacha tinta, merlot (de la misma familia que las «cabernet»), mollar cano (que es una variedad del listán negro) y monastrell (también llamada mataró o mourvèdre).
Si hablamos de las clases de uva blanca permitidas bajo esta denominación de origen, la lista sería esta: chardonnay (originaria de Francia), garrido fino (produce vinos espumosos y generosos), verdejo blanco, montúa o chelva, macabeo o viura, moscatel, palomino (con la que se elaboran vinos de jerez y manzanilla), pedro ximénez, riesling (de origen alemán), perruno y sauvignon blanc.
Vamos a conocer los vinos donde se emplean estas uvas, de modo que si realizais un viaje por Cádiz, podáis realizar una ruta del vino con conocimiento de causa.
Si no podéis viajar a Cádiz, pero no queréis perderos sus vinos y brandis, lo mejor es delegar en Internet para recibirlos en vuestra propia casa. Por ejemplo, en Viña Balbaina podréis disfrutar de la mejor bodega de vinos de Cádiz y Jerez, con un gran surtido de vinos singulares y típicos con los que podréis acompañar momentos irrepetibles.
Los mejores vinos gaditanos y de Jerez
Pasemos a conocer los vinos más famosos de Cádiz, y especialmente del Marco de Jerez.
Fino: dentro de los vinos generosos (poseen más alcohol que la mayoría de vinos), encontramos este vino aromático de sabor seco, que se obtiene de la fermentación completa del mosto de la uva palomino o pedro ximénez, teniendo una graduación en torno al 15º. Es un vino ideal para tomar con cualquier tapa o acompañar mariscos y pescados, especialmente si tienen un toque salado. Se toma frío.
Manzanilla: es un vino generoso de sabor seco y poco ácido, que también se elabora con uva palomino. Es el más ligero de todos los vinos del Marco del Jerez, por lo que es estupendo para acompañar cualquier aperitivo. Sus características organolépticas especiales se producen por el proceso de crianza bajo velo de flor y la situación geográfica de las bodegas de Sanlúcar de Barrameda (gracias a las condiciones climáticas de la desembocadura del río Guadalquivir), que es donde se cría y envejece este vino. Tiene una graduación en torno a 15º y 17º, y también se sirve frío. Es perfecto para acompañar tapas, pescados y mariscos, y marida a la perfección con platos salados o que tengan vinagre.
Amontillado: el amontillado es otro vino generoso que se elabora con uva palomino. Durante los primeros años de crianza, comparte el método biológico del velo de flor del fino o la manzanilla, pero más adelante se encamina a una crianza oxidativa de 18º o 20º grados, lo que termina oscureciéndolo y haciéndolo más complejo. Se suele servir a una temperatura de entre 12º y 14º grados C. Es un vino estupendo para acompañar sopas, carnes blancas, pescados azules, setas, verduras o quesos semicurados.
Oloroso: otro vino generoso es el oloroso, también elaborado por la fermentación completa de mostos de uva palomino. Normalmente tiene una graduación de entre 18º y 20º, pero si tiene una edad de 30 a 40 años, puede llegar a los 25º. Debido a que su crianza inicial ronda una graduación alcohólica del 18% de volumen, no se desarrolla el velo de flor, obligando al vino a envejecer por la paulatina acción del oxígeno. Debido a que la crianza hace que se vaya concentrando, es un vino complejo pero suave. Es ideal para carnes rojas y de caza, guisos o incluso quesos curados y setas.
Palo cortado: este vino generoso también procede de la uva palomino. Su nombre se debe a la identificación que se realiza durante su crianza. Al principio se encabezan los mostos de palomino extremadamente finos a un 15% de volumen, dibujándose un palo en la bota donde se criará para identificarlo. Cuando finaliza la fase de sobretabla, que es cuando el mosto se saca para eliminar las lías (los precipitados que se forman durante su preparación) y se vuelve a introducir para seguir envejeciéndolo, se examina. Si ha conservado el velo de flor, se clasifica como futuro palo cortado, y se pinta otro palo que corta al palo original, de forma que se pueda reconocer más adelante. A esta fase le sigue la oxidativa, en la que se encabeza el vino por encima de los 17% vol. Una vez pasado el tiempo de crianza total, se desvelará si el vino joven terminó convirtiéndose en un auténtico palo cortado. Este vino se sirve con una temperatura de entre 12º y 14º grados C, siendo ideal para acompañar guisos, carnes, frutos secos o quesos curados especialmente.
Pedro Ximénez: este vino se elabora empleando el tipo de uva del mismo nombre, que le confiere un sabor muy dulce y una graduación alcohólica que ronda los 14,5º. La preparación a la que se somete la uva de este vino se llama asoleo, ya que se deja madurar al sol hasta que logra el nivel de pasificación óptimo. El mosto que se obtiene de su prensado contiene una alta cantidad de azúcares, y luego es sometido a una crianza oxidativa que le confiere una complejidad y concentración aromática peculiares. Se sirve ligeramente fresco, entre 12 y 14º C, aunque algunas variedades jóvenes se sirven más frías. Este vino marida a la perfección con postres que empleen chocolate ligeramente amargo, o también helados y quesos azules de poderoso sabor, como el Cabrales o el roquefort.
Moscatel: el moscatel se produce de la uva que lleva su mismo nombre, siendo empleada fresca o bien siendo «asoleada» previamente hasta que logre el nivel de pasificación correcto. Una vez que se prensa la uva, se consigue un mosto con una gran cantidad de azúcar y una tonalidad característica. Más tarde la fermentación se detendrá agregando alcohol vínico. Su crianza es oxidativa, consiguiendo una complejidad aromática que nunca pierde su toque fresco y frutal. El moscatel se sirve ligeramente fresco, con una temperatura que ronde los 12º o 15º grados C. Este vino está muy relacionado con la repostería, siendo ingrediente de muchas recetas, aunque no excesivamente dulces y a base de fruta. También marida muy bien con los helados.
De viaje por Cádiz
Si estamos planeando realizar un viaje por Cádiz, aparte de sus fantásticas playas y pueblos blancos, no debemos olvidarnos de aprovechar para disfrutar de sus vinos autóctonos. De hecho, las bodegas de Jerez son conocidas en todo el mundo por su amplia variedad y calidad de sus vinos, encontrándose algunas de sus bodegas, entre las productoras vinícolas más antiguas del territorio español.
Es por ello que visitar Cádiz, lleva implícito realizar una ruta del vino por sus diferentes localidades y pueblos. Es la ruta enológica más visitada de toda España, la cual nos llevará por un periplo visitando las bodegas más famosas de Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, que forman un triángulo conocido como el Marco de Jerez.
Podremos disfrutar de vinos finos, olorosos, amontillados o manzanillas, los cuales maridan con la gran oferta gastronómica de la región. Y es que siempre podemos tomarnos algunas de sus tapas clásicas, como croquetas, patatas bravas o ensaladilla, mientras saboreamos sus vinos en cualquier bar o restaurante. Tampoco debemos olvidarnos de sus brandis, que son muy apreciados en todo el mundo.
En cuanto a la repostería, tampoco debemos dejar de visitar las mejores pastelerías para disfrutar de sus dulces clásicos de herencia árabe, como las rosquillas gaditanas, pestiños, alfajores, amarguillos, turrones, tocinos de cielo o pastas de almendras, que nos transportarán a los sabores del mediterráneo andalusí.
Si podéis planificar vuestro viaje por Cádiz coincidiendo con las ferias de las localidades, disfrutaréis mucho mejor de la cultura, el jolgorio y la gastronomía de esta comunidad. Y como no, de su oferta de vinos.