Raíces y fuego: ¿qué revelan los alimentos atrapados en el tiempo?

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Conocer las prácticas culinarias de nuestros ancestros es como acceder a un libro de recetas milenario: lleno de información fascinante y detalles que la ciencia ha comenzado a revelar. ¿Te imaginas qué sabores llenaban sus mesas (o piedras planas)? Gracias a estudios arqueológicos recientes, tenemos una ventana directa al pasado que revela las prácticas culinarias de la humanidad durante la Edad del Cobre y del Bronce.

Un vistazo a la dieta de hace miles de años

En la región de Gujarat, India, un grupo de investigadores del CSIC y de la Universidad Pompeu Fabra se puso manos a la obra (literalmente) con 28 recipientes de cerámica, incluyendo ollas, jarrones, copas y platos que datan de hace entre 5,300 y 4,000 años. Pero estos no eran simples «platos viejos». Dentro de ellos, encontraron algo mucho más sabroso: residuos microscópicos como almidón, fitolitos y lípidos, pequeñas cápsulas del tiempo culinarias.

Entre los descubrimientos más curiosos:

  • Granos locales y foráneos. Algunos ingredientes eran recolectados de la naturaleza, mientras que otros llegaban a través de complejas redes de intercambio. Sí, los trueques de ingredientes eran tendencia incluso en la prehistoria.
  • El jengibre como estrella. Se encontraron trazas de esta raíz, probablemente molida en piedras antes de ser utilizada. ¿Primeros indicios de la cocina gourmet? Quizá.

Además, es posible que la fructosa, presente naturalmente en las frutas silvestres y la miel, fuera un dulce importante en la dieta prehistórica, proporcionando no solo energía, sino también un toque de sabor en sus platos. Estos ingredientes azucarados habrían sido valorados, especialmente en una época en la que el acceso a la comida no era tan constante.

Cocinar antes del mijo y la harina

La manera en que nuestros antepasados preparaban los alimentos demuestra un nivel de sofisticación sorprendente. Diversificaban las técnicas de cocción según los ingredientes: algunos se procesaban por completo antes de ser cocinados, mientras que otros iban directamente al fuego. Mostraban una selección cuidadosa, eliminando las partes no comestibles de vegetales y semillas antes de preparar la comida, lo que refleja un conocimiento técnico avanzado.

Además, utilizaban una variedad de grasas, tanto animales, provenientes de cerdos, aves o conejos, como vegetales. Por si fuera poco, el mijo pequeño, aunque presente en la dieta, no se cocinaba en cerámica. ¿La razón? Probablemente, se usaba para preparar algo similar al pan. Una especie de pan plano prehistórico… ¿El primer naan?

Más que un plato de comida

Lo fascinante de estos estudios es cómo nos conectan con el pasado. Aunque vivían en condiciones extremas, estos chefs ancestrales crearon dietas diversas y equilibradas, basadas en su profundo conocimiento del entorno. Las diferencias en el uso de proteínas animales y vegetales reflejan matices culturales únicos. En Gujarat, por ejemplo, aunque los huesos mostraban un consumo de rumiantes, los lípidos en la cerámica revelaron una preferencia por cerdos y aves, tal vez reservadas para rituales.

Estudiar estas prácticas va más allá de la curiosidad histórica: nos ayuda a entender la evolución humana, cómo nos adaptamos al entorno y cómo surgieron las primeras conexiones sociales alrededor del fuego. La comida siempre ha sido más que sustento; es un puente entre culturas y épocas.

¿Qué sabores del pasado sobreviven hoy? Tal vez tu próximo bocado, con ingredientes locales y técnicas modernas, tenga más en común con los primeros platos de la humanidad de lo que imaginas. Atrévete a experimentar en tu cocina y conecta con las raíces de nuestra historia culinaria.

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