Hoy vamos a realizar una receta muy sencilla y que gustará a todo el mundo. Se trata de una sabrosa y cremosa tarta de naranja y queso, para la que no necesitaremos siquiera cocinar en el horno.
Para que el sabor de la receta sea perfecto, es recomendable que consigamos las mejores naranjas, como son las ecológicas. ¿Y por qué ecológicas? Pues porque no se emplean productos químicos nocivos durante su maduración, y eso se nota en su inmejorable sabor natural.
Una forma fácil de conseguirlas es a través de Internet, ya que podemos pedir las naranjas ecológicas a domicilio y recibirlas en nuestra casa en 24 horas.
Un ejemplo lo tenemos en Naranjas Julián, que recolectan cada pedido al momento para enviarlo enseguida, sin almacenar la fruta en cámaras frigoríficas. Así es como se aseguran de que sus naranjas valencianas lleguen a nuestra mesa con la máxima frescura.
Si os fijáis, a la cobertura de esta cheesecake no se le agrega azúcar, ya que se busca potenciar el sabor ácido del zumo de limón. Pero si os gustan los postres más dulzones, podéis añadir azúcar a vuestro gusto.
Pasemos a ver qué ingredientes necesitamos para elaborar esta tarta de naranja y queso.
Ingredientes para unas 10 o 12 porciones:
Para la base:
– 130 g de mantequilla
– 185 g de galletas tipo maría
Para la cobertura:
– 280 ml de zumo de naranja natural
– Zumo de un limón (opcional)
– 6 g de gelatina en polvo ó 3 láminas de gelatina
Para la tarta:
– 850 ml de zumo de naranja natural (podéis comprar naranjas por internet en naranjasjulian.com)
– 550 g de queso de untar tipo Philadelphia
– 120 g de azúcar
– 16 g de gelatina en polvo ó 9 láminas de gelatina
También necesitaremos un molde de tarta desmontable de unos 22 centímetros.
Elaboración:
Primeramente exprimimos las naranjas naturales para conseguir unos 850 ml de zumo, y lo colamos para que no tenga impurezas.
Ahora mezclamos los 16 g de gelatina en polvo (ó 9 láminas de gelatina previamente hidratada) de la tarta con unos 150 ml de zumo de naranja (de los 850 ml que acabamos de exprimir) y disolvemos bien. Reservamos.
Colocamos una lámina de papel vegetal en el fondo del molde de la tarta y la aprisionamos con el aro exterior lateral. Podemos recortar el papel vegetal excedente que sobresalga.
A continuación, derretimos la mantequilla en el microondas.
También molemos las galletas en una picadora hasta conseguir que queden como una especie de harina.
Juntamos esa harina de galletas con la mantequilla derretida y mezclamos bien.
Colocamos esa mezcla en el fondo del molde, asegurándonos que quede uniformemente repartida. La presionamos contra el fondo con una espátula o los dedos para que quede una base lisa y compacta.
Metemos el molde en el frigorífico para que la mantequilla de la base se endurezca.
Ahora calentamos el zumo de naranja que teníamos mezclado con la gelatina. Usaremos un cazo para ello. Ojo, será sólo calentarlo, no tendremos que llevarlo a ebullición. Retiramos del fuego y reservamos.
Colocamos el queso de untar en un bol amplio y añadimos un buen chorro de zumo de naranja (de los 850 ml que hemos exprimido). Mezclamos empleando una batidora.
Ahora terminamos de verter lo que quede del zumo de naranja (de los 850 ml que teníamos reservados para la tarta) poco a poco y seguimos mezclando con la batidora.
Agregamos el azúcar y seguimos batiendo.
A continuación, añadimos poco a poco el zumo de naranja que teníamos mezclado con la gelatina y seguimos batiendo para integrarlo todo bien.
Ya podemos echar esta mezcla líquida en el molde de tarta que teníamos en el refrigerador. Lo vertemos con cuidado, disponiendo algún cucharón en medio para que el chorro no golpee directamente la base de galleta.
Cubrimos el molde con film transparente y dejamos enfriar en el refrigerador para que la gelatina vaya cuajando y se solidifique. Podemos dejarlo toda la noche en la nevera para estar seguros que ha cuajado correctamente.
Al día siguiente, exprimimos unos 280 ml de zumo de naranja natural y lo colamos para que no tenga impurezas.
De este zumo reservamos la mitad y la otra mitad la mezclamos con los 6 g de gelatina en polvo (ó 3 láminas de gelatina previamente hidratadas).
Exprimimos el zumo de un limón y lo colamos. Agregamos este líquido a la mezcla anterior. Este zumo le va a conferir un toque ácido a la cobertura. Si creemos que no nos va a gustar ese matiz de acidez, podemos obviar el limón.
Calentamos todo en un cazo para que la gelatina se disuelva bien. No hace falta que hierva.
Finalmente agregamos la mitad del zumo que habíamos reservado y terminamos de mezclar con unas varillas. Dejamos enfriar.
Esta mezcla de zumo la vertemos con cuidado en el molde de tarta que teníamos en el frigorífico.
De nuevo metemos el molde en el frigorífico una hora y media para que la mezcla de naranja y gelatina se solidifique.
Antes de desmoldar la tarta, es aconsejable que despeguemos ligeramente los bordes del molde, al menos por la parte superior. Para ello emplearemos un cuchillo o algo afilado que no dañe las paredes del molde.
Ya podremos desmontar el molde y pasarlo a algún plato, ya que el papel vegetal del fondo nos permitirá manejar la base de la tarta.
Podemos decorar con unas hojas de menta o hierbabuena, o incluso gajos de naranja laminados muy finos.
Si la tarta nos parece poco dulce, también podemos decorar cada porción con algo de miel líquida por encima, ya que le aportará un dulzor natural.