Con la entrada del año nuevo siempre nos marcamos nuevos propósitos. Entre ellos, está el de adelgazar, pues desgraciadamente, muchas personas tenemos problemas para controlar nuestro peso ideal. Ya sea por salud o por simple estética, siempre viene bien perder unos kilitos. Para que llegado el buen tiempo podáis disfrutar de un peso adecuado, os vamos a enumerar algunos consejos que vienen de perlas para conservarnos saludables.
1. Fijar una meta clara y realista
Está claro que no es bueno perder peso rápidamente. Lo mejor es establecer un objetivo que podamos cumplir y sea saludable. El cometido de este punto es que, al poder ejecutar nuestra meta con éxito, comprobemos que querer es poder y establezcamos futuros propósitos. No merece la pena desear perder 5 kilos en un mes si no vamos a poder cumplir dicho objetivo.
Por eso es mejor plantearse bajar 2 kilos, por ejemplo, y comprobar a final de mes que hemos podido hacerlo sin grandes sacrificios. Lo mejor es cambiar nuestros hábitos y aprender a comer de forma más sana, adaptando la alimentación o estilo de vida a nuestra rutina diaria. Si lo vemos desde un punto de vista más relajado, lo llevaremos mejor y no nos agobiaremos ante cualquier contrariedad.
2. Pesarnos nos ayuda a comprobar nuestro ritmo y corregirlo
Saber nuestro peso es ideal para comprobar el progreso de nuestro objetivo y motivarnos al ver que se está logrando una pérdida del mismo. No hace falta que nos pesemos todos los días, ya que podemos hacerlo cada semana o cuando nos apetezca; lo importante es que al calcularlo, nos sirva de inspiración.
Es importante que la báscula nos ofrezca datos fidedignos, por eso es mejor confiar en las básculas de bioimpedancia, ya que realizan una medición más realista de la grasa visceral y tienen en cuenta nuestra constitución. Gracias a los sensores que llevan incorporados, podremos conocer nuestro índice de masa corporal, así que la relación con nuestro peso estará ajustada a nuestra estructura. Esta forma de medir nuestro progreso es mejor porque podremos adoptar rutinas de ejercicio y entrenamiento, así como corregir nuestra dieta para lograr el efecto deseado.
3. Comer varias veces a lo largo del día
Es fácil caer en el error de que ayunar o comer poco nos puede ayudar a perder peso. Pero la verdad es que, si dejamos de desayunar o nos vamos a la cama sin cenar, conseguiremos el efecto opuesto al que nos imaginamos. Saltarse una o varias comidas al día puede producirnos ataques de ansiedad en los que aparecerá un hambre incontrolada. Lo malo es que en esta situación, estaremos predispuestos a comer cosas poco saludables que nos generen un pico de glucosa en la sangre, por lo que pasado el momento, volveremos a tener otra vez hambre.
Aparte de este círculo vicioso, la falta de alimento puede inducir al cuerpo a pasar a un modo de ahorro energético. En este modo, el cuerpo gastará pocas calorías y por poco que comamos, no conseguiremos perder peso. Hay que evitar esto a toda costa, reactivando nuestro metabolismo a base de comidas equilibradas repartidas a lo largo del día. Cuando nos ponemos a dieta, lo mejor es realizar más de tres comidas al día, por eso almorzar y merendar, aparte de las típicas comidas (desayuno, comida y cena), son una estupenda forma para mantener al metabolismo funcionando.
Otro error en el que no debemos caer, es el de saltarnos comidas para compensar cualquier exceso cometido. Si alguna vez nos descontrolamos, lo mejor es hacer como si no hubiera pasado nada, seguir con la rutina establecida y pensar que mañana será otro día.
4. Identificar nuestras excusas para eliminarlas
Todos tenemos una parte boicoteadora que intentará excusarnos de seguir con el plan de alimentación o entrenamiento estipulados. Lo malo es que si encadenamos varias postergaciones, es posible que acabemos dejando de lado definitivamente el plan de pérdida de peso. Por ejemplo, si hoy llueve y no vas a salir a andar, puedes hacer una sesión de ejercicios en tu casa.
Debemos aprender a decir no, pero también debemos saber comer por nuestra propia voluntad, con conocimiento de causa y no dejándonos llevar por inercia. No es recomendable dejarse llevar por las situaciones o nuestro entorno, así que debemos saber tomar nuestras propias decisiones, las que más nos gusten y se acerquen a nuestra meta.
5. Nuestro mejor aliado: realizar ejercicio físico
Realizar alguna clase de entrenamiento o rutina de ejercicios físicos puede sernos de gran ayuda. Eso sí, no sirve como forma de compensar una mala alimentación. Y es que el ejercicio físico de por sí, no nos ayudará a adelgazar si seguimos cometiendo malos hábitos al comer. El deporte es un complemento, pero no una solución final.
Si entrenamos y realizamos ejercicios físicos regularmente, ayudaremos a nuestro cuerpo a perder grasa, evitando que se adapte a las pautas. También servirá para tener una forma física saludable y mejorar nuestro ánimo, ya que no en vano, el ejercicio produce endorfinas y nos da bienestar. Si podemos buscar un deporte que nos guste y disfrutemos, mucho mejor, ya que no nos costará introducirlo en nuestra vida diaria.
6. Organizar nuestras comidas
Es recomendable planificar nuestras comidas cada semana para realizar una lista de la compra prefijada. Si no nos organizamos, es muy probable que metamos en nuestro carro de la compra alimentos que no nos convienen. Luego nos costará seguir cuidando nuestra alimentación y esto complicará nuestra bajada de peso. Si tenemos en casa productos de picoteo, aumentarán las posibilidades de fracasar en nuestra dieta, así que hablamos de un elemento importantísimo para que nuestra alimentación vaya bien encarrilada.
Otros consejos son probar cosas nuevas, reducir las cantidades pero aumentar las variedades de platos, y aprender a presentarlas para que sean más apetecibles. Si creemos que nos estamos alimentando mal, siempre podemos recurrir a los complementos multivitamínicos con el fin de paliar cualquier carencia. Es fácil que al empezar una dieta, cometamos alguna irregularidad que vea comprometida nuestra falta de nutrientes, así que tomar complementos nos ayudará al respecto.
7. Definiendo las cantidades de comida
Como hemos dicho en el punto anterior, es bueno reducir las cantidades que comemos para aumentar su variedad. Educar nuestro estómago puede resultar duro, por eso un buen truco es emplear el método del plato. Con este procedimiento, dividimos el plato en mitades o cuartos para servirnos unas raciones razonables de comida, permitiendo que exista variedad en los conjuntos alimenticios. Por ejemplo, siempre hay que dar preferencia a las verduras, ya sean crudas o cocidas, que deben ocupar la mitad de nuestro plato de comida.
Un cuarto de nuestro plato debe estar destinado a las proteínas, como las que nos proporcionan huevos, carnes, pescados, mariscos, proteínas vegetales (soja, semillas) y legumbres. El otro cuarto del plato pertenecerá a los hidratos de carbono, como pastas, arroces, patatas o pan. Para el postre, es mejor relegar las frutas al desayuno, almuerzo y comida, y los lácteos a la merienda y cena.
8. El agua será nuestra bebida prioritaria
El agua es un componente básico en el cuerpo humano, albergando desde un 80% cuando nacemos, hasta un 65% ó 75% cuando somos adultos. Este líquido nos ayuda a hidratarnos, por lo que es recomendable beber unos 2 litros de agua diarios. Aparte de ser un estupendo recurso con el que paliar nuestra sed, nos servirá para gestionar mejor los impulsos de hambre. Una buena idea es beber un sorbo de agua en cuanto sintamos algo de hambre, ya que nos servirá para saciarnos.
9. Para lograr nuestro objetivo: perseverancia y constancia
No debemos rendirnos ante los reveses que se nos presenten durante nuestra dieta. Hay que pensar que estamos introduciendo un gran cambio en nuestra vida, así que no podremos ser perfectos en todas las situaciones y debemos estar preparados para cometer errores. Cambiar nuestros hábitos es una ardua tarea, por lo que cualquier progreso en nuestra conducta y en nuestra forma de comer, será un triunfo en nuestro objetivo que nos permitirá lograrlo y, sobre todo, mantenerlo.
10. Cuidar nuestro tiempo libre y descanso
Es bueno que realicemos actividades que nos resulten placenteras, nos ayuden a evadirnos de los problemas y liberen nuestro estrés. Si nuestra vida está llena de cosas agradables, llevaremos mejor los hábitos alimenticios saludables. También es importante que durmamos muchas horas diarias, al menos 8 a ser posible. Si nos cuidamos a nivel emocional y mental, obtendremos el secreto para mejorar nuestra calidad de vida mientras conseguimos un peso adecuado.