Diversas investigaciones han probado que la alimentación es uno de los cimientos más importantes para ayudarnos a prevenir enfermedades o patologías en nuestro organismo. Se considera una de las causas más investigadas entre las enfermedades crónicas, aunque no debemos subestimar la notable función de la nutrición en la correcta actividad del sistema inmunológico y una mejor vitalidad en la evolución de infecciones agudas.
Las enfermedades crónicas poseen una duración prolongada y generalmente tienen un devenir paulatino. Existen trastornos como la diabetes, los problemas cardiovasculares, el cáncer y las dolencias respiratorias que están a la cabeza entre los motivos más usuales de mortandad de la población, siendo culpables aproximadamente del 65% de los fallecimientos. En España, las cifras rondan las 300.000 muertes en el año 2012.
Se trata de dolencias notoriamente asociadas al modo de vida que llevamos, por eso debemos prestar atención a las pautas diarias de una forma más fehaciente y responsable. Nuestro cuerpo posee una estupenda aptitud para adaptarse al entorno que nos rodea con el fin de existir en equilibrio, pudiendo resistir una enorme proporción de elementos perjudiciales o tóxicos cuando poseemos un sistema inmunológico robusto. No obstante, una mala nutrición abusiva o sostenida en el tiempo, puede modificar dicho equilibrio.
Una patología como la reacción alérgica alimentaria se ha visto incrementada el doble en la última década, llegando a los 150 millones de personas sufriendo este problema. Una de las conjeturas que parece más probable es que se deba a un desajuste en el sistema inmunológico. Debido a nuestro exagerado cuidado en la higiene, previsión de enfermedades con vacunas o uso de medicamentos, el organismo queda menos expuesto a virus y bacterias, por lo que el sistema inmunitario se ve influenciado. Esto provocaría finalmente la aparición de numerosas reacciones alérgicas.
Nos encontramos inmersos en una sociedad sobrealimentada, aunque contradictoriamente sufra una nutrición deficiente, que es lo que la OMS (Organización Mundial de la Salud) describe como «doble carga de la malnutrición». Esto se explicaría por un superávit en las calorías aportadas a nuestra dieta, así como elementos perjudiciales en exceso (azúcares, sodio o grasas saturadas), con el contraste de un pobre aporte en nutrientes muy importantes para nuestro cuerpo, como vitaminas y minerales.
La alimentación que en general llevamos, copiosa en alimentos de una calidad nutricional pobre y a la vez cuantiosa en calorías, no contribuye a una nutrición adecuada que beneficie la disposición de salud natural de nuestro cuerpo. ¿Qué clase de alimentación nos puede servir para librarnos de trastornos y predisponer un estado de salud beneficioso para nuestro organismo? Existen unas primordiales a la hora de comer y que sirven para todo el mundo, que son los alimentos naturales, nutritivos y antiinflamatorios. Y aunque estamos hablando sobre la alimentación, resta decir que es fundamental también que nuestro ambiente sea sano, llevemos un ritmo de actividad física adecuado y constante, y nuestro equilibrio emocional sea estable.
Un ejemplo de esta inestabilidad se ve reflejado en el aumento de enfermedades inflamatorias intestinales, que conllevan frecuentes diarreas, dolores en abdomen, espalda, músculos y articulaciones, diversas anomalías dermatológicas o pérdidas de peso bruscas entre sus principales síntomas. Si sufrimos algunos de estos síndromes con frecuencia, lo mejor es someternos a una colonoscopia para determinar a qué enfermedad nos enfrentamos, como la frecuente colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn. La dieta para la preparación de la colonoscopia nos ayudará a limpiar el intestino grueso con el fin de realizar la exploración adecuadamente.
Cuando hablamos de llevar una alimentación natural, nos referimos a ingerir aquellos alimentos que llegan hasta nosotros bajo un procesamiento mínimo. Aunque la mano del hombre seguramente va a tener que ver en la producción, preparación o manufacturación y fase de cocinado, lo importante en este caso es procurar que como mínimo, un 70% de los productos que incorporemos a nuestra dieta se asemejen lo más posible al género que la naturaleza nos brinde. La producción de aceite oliva se puede efectuar empleando métodos mecánicos, sencillamente o sometiendo al fruto a temperaturas elevadas que modifiquen la constitución original del aceite, y si aparte se refina, estaremos trastocando totalmente su linea de ácidos grasos. Por ello, es bueno tener esto en cuenta y debemos escoger los artículos o alimentos que más se parezcan a los que encontramos en principio en la naturaleza.
Sobre la alimentación nutritiva, es aquella que nos ofrece energía y nutrientes, sin llevar añadidos perjudiciales. Debido a que la vida actual que llevamos es generalmente más sedentaria y placentera, quemamos menos calorías y eso hace que tengamos predisposición al sobrepeso. Por eso debemos buscar alimentos más nutritivos que contengan las menos calorías posibles, una tarea difícil, pero no imposible. Normalmente los alimentos refinados contribuyen a inflar nuestro aporte calórico, pero poseen pocos nutrientes. En esto remitimos al párrafo anterior, ya que generalmente para evitar esta doble malnutrición, debemos decantarnos por la preponderancia de alimentos naturales en nuestra dieta.
Cuando existe un déficit en nuestra nutrición, el organismo lo entiende como una falta de comida. Si escogemos alimentos de mala calidad, nunca llegaremos a saciar el que podríamos definir como apetito nutricional, con unas calorías en la dieta que seguirán incrementándose aunque no las necesitemos. No obstante, si ingerimos alimentos de una alta calidad, estaremos favoreciendo nuestro organismo con menos cantidad de alimento.
Un problema en auge es la cantidad de azúcar que hemos incorporado a nuestra dieta, ya que casi sin que nos demos cuenta, estamos ingiriendo el doble de la cantidad recomendada por la OMS, y que es también cuatro veces más la cantidad que se establece como ideal. Esto puede desembocar en numerosas patologías bucodentales, como caries o periodontitis, que si no las cuidamos, pueden llegar a ocasionarnos problemas de salud más graves que ataquen al corazón. Según la Sociedad Europea de Cardiología, este problema derivaría de la enorme cantidad de patógenos que se encontrarían bajo las encías, los cuales pasarían a la sangre y repercutirían en otras partes del cuerpo, aparte de ampliar el nivel de inflamación de todo el organismo.
Aunque pueda parecer un tema baladí, la salud de la boca es importante, por eso es bueno contratar una correduría de seguros con la que obtener un seguro dental para poder tratar cualquier problema en condiciones. En temas de salud lo mejor es cubrirse las espaldas, y es que llegado el momento, con un seguro de esta clase no tendremos que preocuparnos por saber cuanto cuestan los implantes dentales, que suele ser un gasto improvisto bastante fuerte y que necesita una solución acuciante.
Y finalmente sobre la alimentación antiinflamatoria, podemos contar que las grasas cárnicas y lácteas promueven la inflamación en el organismo, por eso debemos evitarlas en la medida de lo posible en pos de consumir carnes magras moderadamente. No obstante, los pescados pequeños o el aceite de oliva virgen extra nos pueden aportar las grasas de mejor calidad al contener los ácidos grasos polinsaturados que el cuerpo requiere. Una dieta que persiga eludir los estados inflamatorios, debe conservar los niveles de glucosa de manera estable, por lo que evitará los azúcares rápidos como la sacarosa refinada o las harinas refinadas. La ingesta de hidratos de carbono tendrá que provenir de alimentos como cereales integrales, verduras y frutas. Y también es primordial consumir una buena proporción de antioxidantes, como los que podemos encontrar en los pigmentos de los vegetales. Es por ello que un plato de vegetales que contenga una buena variedad cromática, será estupendo para aportarnos diferentes clases de antioxidantes.