Jamón ibérico, un placer para los sentidos

El jamón ibérico es la parte más importante por excelencia de los productos extraídos del cerdo ibérico, procedente de cerdos adultos de raza ibérica. Para elaborar este manjar se emplea la extremidad posterior (también llamada pernil), consiguiendo una pata fina que atesora unas valiosas propiedades nutricionales y un excepcional sabor. El jamón ibérico posee diferentes tonalidades rosáceas y presenta un tocino de colores dorados, originado por infiltraciones jaspeadas, lo que confiere un sobresaliente sabor al paladar; también cabe destacar su aroma inconfundible, atribuyendo a este producto una degustación inmejorable.

No debemos confundir el jamón ibérico de bellota con el de cebo, ya que son dos géneros totalmente distintos. Las peculiaridades que marcan la distancia entre estos dos productos son la pureza de la raza del cerdo ibérico empleado y la clase de alimentación que recibió el animal. Si nos referimos a los jamones ibéricos de bellota, existe una cantidad de pautas que nos facilitan determinar qué clase de jamón ibérico se trata: la configuración, estructura o grasa, son propiedades que nos sirven a tal efecto. Lo bueno de Internet es que tampoco hace falta que seamos unos entendidos en la materia, ya que podemos comprar jamón de bellota conociendo sus especificaciones de manera detallada.

El jamón ibérico posee una gran calidad alimenticia, así como unos beneficios para la salud muy apreciados. Su gran valor proteínico supera al de otras clases de carne, como la vaca, poseyendo en el caso del jamón ibérico de bellota hasta un 30% más de proteínas. También cabe destacar que no todas las proteínas tienen la misma riqueza, pues en el caso del jamón ibérico, es de alta calidad y posee la mayoría de aminoácidos necesarios para el buen funcionamiento corporal.

Otras propiedades a destacar son la presencia de minerales como el hierro, fósforo, magnesio, zinc, selenio, cobre y vitaminas B1, B6, B9, B12, E, que son vitales para conservar unas condiciones físicas y mentales óptimas. Hasta la grasa que presenta un jamón ibérico tiene un 55% de ácidos grasos insaturados, que nos ayudan a regular el colesterol. Y no menos importante, es que debemos saber que es un alimento que no posee colorantes, conservantes o cualquier otra clase de aditivos que modifiquen su esencia natural.

Si queremos degustar un valor seguro, podemos comprar jamón de Guijuelo de bellota, cuya calidad es excelente. Se elabora con cerdos de raza ibérica criados de manera libre en las dehesas, donde se alimentan de bellotas y hierba. Además, posee una curación natural que dura entre 36 y 48 meses, realizada en bodegas cuyo clima conforma esta denominación de origen gracias a los vientos de la Sierra de Gredos y Béjar.

Cualquiera que tome jamón ibérico de bellota sabrá con seguridad que está consumiendo una elaboración auténtica, que está garantizada por numerosos controles con el fin de asegurar la calidad y legitimidad del producto. Esto se consigue a través de toda clase de directrices obligatorias, que comprenden fórmulas a la hora de elaborar, almacenar o transportar hasta el etiquetado. Todo magnificencias.

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